Capítulo XXVII

Sinopsis:

La Garra de Platino, de la que es jefe el malvado Nicéforo Pistón, ha secuestrado a las tiernas hijitas del vizconde Polilloff. Los Hermanos del Sacacorchos de Lapislazuli, S. A., determinados a libertar a los pobres y un tanto anémicos infantes, envían a París a su agente X-219, quien espiando por una ventana de la guarida de los bandidos presencia cómo por un quítame allá esas vigas el sádico Nicéforo despacha con una ametralladora envenenada a sus cómplices. ¡Cuidado que hay tíos brutos!


—¡Ya me estaban cargando estos tipos! ―murmuró Nicéforo. Mientras terminaba la escabechina estaba limpiando su ametralladora con polvo limpiametales.― Claro que ahora me tendré que procurar una nueva banda, lo cual es siempre un fastidio. En fin, iré ahora en dos saltos y medio a la redacción de Le Journal Hebdomadaire a publicar un anuncio.

Y, tras sacarse una estilográfica de ladrillo refractario del bolsillo, se puso a redactar el anuncio.

Al cabo de siete instantes el trabajo estaba listo. Nicéforo se echó hacia atrás en la silla y se puso a leerlo con delectación y con los ojos. Pero, transcurridos cinco minutos, se frotó estos últimos ―no los minutos, sino los ojos― con visible preocupación exclamando:

―¡Por ochocientas mil tortillas de cebolla! Debo andar mal de la vista. ¡No puedo leer nada!

Contempló durante diez minutos más el papel y al cabo declaró:

―¡Voto a Belcebú! Es cierto. ¡No veo ni gota!

Permaneció ensimismado dos o tres ratos y añadió lúgubremente:

―¿Cómo cuernos podré llevar a cabo mi venganza si no veo a tres montados en una ballena?

Dicho lo cual, se puso a pasear arriba y debajo de la habitación con zancadas de sesenta y siete centímetros exactamente. Entre tanto, el agente X-219, que se había empezado a aburrir de su espionaje desde la ventana, se sacó una flauta silenciosa, o sea, que no producía el menor ruido, y para entretenerse se puso a tocar el Molto allegrote en pi de Aspinovsky, que era su melodía favorita.

Pero al cabo de media hora de pasear, el repelente Nicéforo se dio con la mano un golpe tan tremebundo en la frente que se produjo lesiones de pronóstico reservado.

―¡Pero qué bestia soy! ¡Qué percebe! ¡Qué camello! ―gritó.

»¡Qué burro! ¡Qué dromedario! ¡Qué hipopótamo! ―añadió tres segundos más tarde.

Acababa de acordarse de que llevaba siempre cargada su estilográfica con tinta simpática para redactar los mensajes secretos, ¡y claro!, la escritura resultaba invisible.

―Ahora lo comprendo todo ―declaró alborozado―. ¡Qué bromita me ha gastado la tinta esa! ¡Vaya tinta simpática más antipática!

Y, satisfecho de haber elaborado este chiste tan robusto, emitió unas cuantas carcajadas en noruego.

Después de esto se caló un bombín color de asfalto pisoteado, se anudó una corbata de papel de barba y partió rumbo a la redacción de Le Journal Hebdomadaire.

A su vez, el encapuchado interrumpió su sinfonía, se guardó la flauta silenciosa en un estuche forrado de peluche y, tras sacarse del bolsillo del pantalón un disfraz de perro perdiguero, se lo endosó y descendió por la escalera tras el bandido ladrando alegremente y oliendo los rincones. ¡Era un tipo concienzudo que sabía hacer las cosas con propiedad!

El famoso Faubourg Saint-Honoré bullía de animación cuando el malvado Nicéforo llegó a él. Los alegres parisinos paseaban por él diagonal, horizontal y verticalmente cambiando impresiones sobre el tiempo, el amor, el precio de las judías y otros temas de palpitante actualidad.

Bonjour, monsieur. Oh, que vous êtes beau avec cette pardessus! Vous avez tout l’air d’un torero espagnol.

Merci, madame. Je suis flatté. Vive l’Andalousie!

Vive!

Vous aimez le fromage?

Pas de tout. Je préfère aller au cinéma.

C’est charmant. Vive la France!

Vive!

El malvado Nicéforo, siempre seguido del perruno agente X-219, penetró en el amplio pero estrecho vestíbulo de Le Journal Hebdomadaire. Tomó un impreso de encima de la mesa y, esta vez con tinta de la buena, escribió el siguiente anuncio:


S. D. A. E. Y. S. P. L. B. D. L. G. D. P. I. P. S. M. R. E. A. N. P. L. D. C. 3333.


¡Ah, amigos! Ahora viene lo bueno. Esperen la próxima semana y además de poder saber el contenido de tan intrigante anuncio podrán seguir refocilándose con esta tremebunda historia.


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