Sobre la edición

Con este blog se recopila este folletín de la manera más parecida a un libro por primera vez desde su publicación a comienzos de los años 50. Por la importancia que esto tiene, se ha decidido trasladar al lector la mejor versión posible de esta novela. Es decir, se ha decidido llevar a cabo una serie de modificaciones de mayor o menor alcance con la intención de que esta pueda despertar el mayor interés posible en el lector actual.

Las correcciones menos importantes han tenido que ver con erratas evidentes y la ortotipografía, que para esta edición se ha ajustado a las normas y sugerencias más recientes de la RAE. Otros cambios han sido el desarrollo de abreviaturas (excepto en las cartas del tío Tabarroff) y el de los números escritos con cifras. Tanto los topónimos como las palabras extranjeras se han ajustado a su correcta escritura en sus lenguas de origen. También se ha unificado el estilo de las sinopsis, los continuarás y las notas a pie de página, y se ha distinguido entre las notas de la novela original (señaladas con números) de las notas para esta edición (señaladas con asteriscos).

Aunque se han hecho con la mejor de las intenciones, existe la posibilidad de que el resto de las correcciones alteren las intenciones originales del autor. Lo que se ha entendido como un despiste o una torpeza podría haber sido en realidad un chiste o una decisión de estilo de cualquier otro tipo. Por eso el resto de estos cambios con respecto a la publicación original se incluyen a continuación.


Capítulo I. En una de las primeras páginas del libro estaba la siguiente frase enrevesada:

que apretaba contra sí a un niño envuelto solamente su cuerpecito desmedrado y enclenque, en un prospecto de pastillas para la tos

Se ha cambiando el orden de las palabras de esta manera:

que apretaba contra sí a un niño con su cuerpecito desmedrado y enclenque, envuelto solamente en un prospecto de pastillas para la tos,

Capítulo II. Se ha suprimido el título «II» que dividía este capítulo en dos partes. También se ha corregido el apellido de Tania, que durante este capítulo pasaba ser Vasilevich.

Capítulo III. Se ha suprimido el título «III» que dividía este capítulo en dos partes.

Capítulo VI. Se han añadido las diéresis y anillos que faltan en el fragmento sueco y se ha corregido la ortografía.

Se ha sustituido «redicho» por «referido» en el siguiente fragmento.

aunque yo tengo la vaga sospecha de que aquel corte lo tenía en su redicho tailleur desde la ya mencionada época de los reyes godos

En el siguiente fragmento se han suprimido estas tres palabras:

Por consiguiente, y estando en la creencia de haber expuesto a la luz del día todas las facetas, ángulos y pormenores del caso, me es grato, en la espera de sus gratas nuevas y pertinentes aclaraciones, queda de Vd. su más atto., y affmo. S. S.,

Capítulo IX. La sinopsis de este capítulo contenía el siguiente párrafo:

Por fortuna, la portera de la redacción me avisó a tiempo de estos inmundos propósitos y pude llegar a tiempo, sin embargo, de evitar que su nauseabundo escrito apareciese en el último número de la publicación.

Como el escrito que menciona sí se publicó en el anterior número, este párrafo no tiene sentido. Se ha corregido de la siguiente manera:

Por desgracia, aunque la portera de la redacción me avisó a tiempo de estos inmundos propósitos, no pude llegar a tiempo de evitar que su nauseabundo escrito apareciese en el último número de la publicación.

Capítulo XII. En un capítulo anterior se había descrito a Azucena como rubia, por lo que se ha modificado el siguiente fragmento:

Una joven pelinegra de ojos juntos pregunta por un tal Nicéforo en la puerta principal del palacio Polillof

Capítulo XIV. Se ha modificado este fragmento porque Azucena no se dirige a varios oyentes, sino solo a Tania.

»¡Ya pueden imaginarse mi depauperado estado de ánimo!

Capítulo XIV y XV. Durante estos dos capítulos se ha corregido el nombre de Tania, que aparecía como Asunción por equivocación.

Capítulo XV. Se ha corregido el apellido de Rabanovitch, que aparecía como Babanovithr por equivocación.

Capítulo XXI. En la siguiente frase:

―¡Ja, ja, ja, ja! ―rio el vizconde como un loco saltando sobre su sillón que se le salieron los muelles.

Se ha añadido la palabra hasta:

―¡Ja, ja, ja, ja! ―rio el vizconde como un loco saltando sobre su sillón hasta que se le salieron los muelles.

Capítulo XXII. Se ha suprimido el título MLCVXIV de la página 118 que dividía este capítulo en dos partes.

Capítulo XXIII. La siguiente frase:

Luego empezó a patadas con su instrumento musical hasta hacerlo trizas

Se ha modificado ligeramente:

Luego empezó a dar patadas a su instrumento musical hasta hacerlo trizas

Capítulo XXV. En la edición original este texto sale incompleto:

Es inútil que tratéis de dar con el paradero de las niñas. Os veréis negros para verlas. Por lo menos, así lo vé

Se ha decidido completar de la siguiente manera:

Es inútil que tratéis de dar con el paradero de las niñas. Os veréis negros para verlas. Por lo menos, así lo vemos nosotros.

En el siguiente fragmento se explica que La Garra de Platino es el seudónimo de una persona:

―La Garra de Platino es el seudónimo empleado por el más sagaz y astuto de los criminales de nuestro tiempo. Suponemos que es ruso, porque en todas partes deja manchas de vodka.

Se ha corregido de la siguiente manera:

―La Garra de Platino es el nombre empleado por la banda del más sagaz y astuto de los criminales de nuestro tiempo. Suponemos que es ruso, porque en todas partes deja manchas de vodka.

Capítulo XXVI. Tras la sinopsis, este capítulo comenzaba con este párrafo:

Si dejamos por unos instantes al matrimonio Polilloff, radiante de júbilo con la misteriosa noticia de que sus hijas van a serle devueltas sin el menor traumatismo, y retrocedemos cuatro pasos contados en nuestro relato nos enteraremos de cosas la mar de interesantes.

Como contradice lo que se cuenta en las siguientes páginas, se ha suprimido de esta edición.

Capítulo XXVI y XXVII. El principio del capítulo XXVII se ha trasladado al final del capítulo XXVI para que la sinopsis del capítulo XXVII tenga sentido (desde «X-219 estaba horrorizado. ¡Cuán por debajo había calculado la vesania homicida del exvizconde!» hasta «Debajo de la mesa se amontonaban completamente extintos los que fueron miembros activos de su patibularia banda.»).

El siguiente fragmento:

De esto al momento en que el encapuchado se enteró de lo que había ocurrido en el hotel de París a la familia del vizconde Polilloff, todo lo demás fue cosa de coser y silbar para él.

Se ha suprimido para que resulte más claro:

De esto al momento en que el encapuchado se enteró de lo que había ocurrido en el hotel de París a la familia del vizconde Polilloff, fue cosa de coser y silbar para él.

De la intervención de Nicéforo se ha suprimido este fragmento por contradecir las otras ocasiones en las que había explicado su plan:

¡Pero mi plan va mucho más allá! ¡Poco a poco iremos raptando a toda la familia Polilloff, incluyendo a ese viejo esquizofrénico de tío Constancio, y les haremos pasar las negras encerrados en un castillo lleno de trucos que estoy construyendo!

Capítulo XXVII y XXVIII. Se ha corregido el nombre del agente X-219, que aparecía como XP-237 por equivocación.

El texto en clave aparecía mal escrito originalmente, pero se ha corregido para esta edición para que coincida con el significado que se le atribuye después:

S. S. A. E. Y. S. P. L. B. D. L. G. D. P. I. P. S. M. R. R. A. N. P. L. D. C. 3333.

El siguiente fragmento:

«¡Lo había dicho pronto! ¡Salvar a las niñas! Pero, ¿cómo? Y sobre todo, ¿dónde estaban estas?».

Se ha decidido cambiarlo de la siguiente manera:

«¡Lo he dicho pronto! ¡Salvar a las niñas! Pero, ¿cómo? Y sobre todo, ¿dónde estaban estas?».

Capítulo XXIX. Se ha corregido el nombre del agente X-219, que aparecía como XO-347 por equivocación.

Capítulo XXX. Se ha modificado el siguiente fragmento:

se pegó un porrazo de alivio al dar con un suelo de adulto refractario.

De esta manera:

se pegó un porrazo de alivio al dar con un suelo de asfalto refractario.

Capítulo XXXI. En su primera frase Plencescuto llama Sindulfo a su compañero. En las siguientes páginas se le da el nombre de Pepe, por lo que se ha omitido este nombre.

―¡Regodeo y cornucopias en escabeche, Sindulfo! ¡Ya somos libres!

Capítulos XXXI y XXXII. Se ha eliminado el siguiente fragmento de estos capítulos porque es una subtrama que queda sin resolver:

Mientras esto ocurría, la linda y apesadumbrada Azucena se disponía a cenar.

Aquella noche se trataba de una comida frugal. Consistía únicamente en tres kilos de caviar número tres, tres costillas de rinoceronte amaestrado, siete libras de garbanzos cocidos y seiscientos cincuenta y tres centímetros cuadrados de membrillo. Azucena estaba en plan de adelgazar, pues ¿qué dirían las gentes si engordaba teniendo las niñas en lugar desconocido después del infame rapto perpetrado en sus personitas por el malvado Nicéforo Pistón?

De pronto… ¡Pam! ¡Pam!

Silencio, silencio sepulcral. Solo se oían tres moscas procedentes de Valladolid que estaban en aquel hotel desde las tres de la madrugada anterior.

¡Pam! ¡Pam! Alguien hacía «pam, pam» en la puerta. Por lo visto, y sobre todo por lo pegado y por lo oído, alguien estaba llamando.

Azucena no se levantó a abrir por la sencilla razón de que ya estaba de pie. Se fue rauda hacia la puerta. Al pasar por delante de la mesa, repleta de suculentos manjares, cogió una costilla y, para ahogar su emoción, se la comió.

―¡Voy! ―dijo con voz apagada a causa de la deglución de la costilla.

Y abrió. El que había llamado era un apuesto caballero, todo un caballero. Se le veía en la cara y en los calcetines de felpa de esos de ochenta y siete pesetas el par.

―Señora ―exclamó por debajo del bigote, cuyas guías eran más bonitas que las del ferrocarril e incluso que las de la Telefónica.

―Caballero ―musitó ella.

No, no cabía ninguna duda. Aquel señor iba a hablarle de las niñas. Pero… ¿era prudente para Azucena referirse al caso que tanto la torturaba, si bien no le quitaba el apetito? ¡Quién sería el caballero bueno, probo y honrado? Tal vez un canalla, un miserable, un traidor, un Nicéforo Pistón bis. Lo mejor era el sigilo. Sí. Un sigilo sigiloso.

―Veo en las niñas…

¿Las niñas? Sí, sí. Aquel sujeto tan apolíneo le hablaría de sus tiernas hijtas.

―… veo en las niñas de sus ojos…

¡Oh, qué emoción había en aquellas palabras! El desconocido era correcto y pluscuamperfecto. Trataba los temas más abruptos con una delicadeza propia de un merengue.

―Diga, diga, caballero ignoto…

―No soy ignoto; soy Ignacio ―aclaró el señor.

―Pues diga, señor Ignacio. Viene usted a traerme…

―Sí se las traigo, señora, se las traigo…

―¡Dios mío! ¡Santo varón y amigo! ¡Qué bueno es usted! Me postraría a las plantas de sus pies…


Mientras esto ocurre, Azucena, la infeliz madre de las niñas desaparecidas, recibe en su hotel la visita de un extraño sujeto.


—Eso no. Precisamente necesito sus pies para ver lo que calza usted.

―Comprenda, señor, mi quebranto moral. Soy una madre amantísima que…

―Precisamente traigo dos modelitos para madre amantísima, de los que se llevan mucho en Baden-Baden.

―No intente bromear, caballero. Hágase cargo de mi impaciencia.

―No se impaciente, señora. Le traigo las dos, un buen par…

―¿Las dos? ¡Ellas!

―Sí, ellas. Son unas medias magníficas. Lo mejor que se fabrica en nailon y en noche. Y se las pondré a precio de orillo.

¿Cómo? Entonces, ¿no le traía las niñas? No, solo le traía un par de medias.

Azucena no pensó ya en su cena. Sus ojos se nublaron. La figura de aquel caballero se fue desdibujando ante ella para convertirse en un violonchelo surrealista. Se cogió la frente con las dos manos, se apoyó con la que le sobraba ―pues a veces tenía tres― en la pared de la habitación y exclamó quedamente:

―Después de cenar, falleceré.

Después de dicho lo cual, Azucena dio tres vueltas en redondo y una en cuadrado y cayó bastante desmayada sobre la hermosa alfombra del Turquestán, de la acreditada casa El Felpudo Mullido, calle de la Siempreviva Ajada, 3.

―¡Qué señora más rara! ―murmuró el visitante―. Es la primera vez que se me desmaya una mujer porque le ofrezco medias a precio de orillo.

Pero como era un sujeto filantrópico y humanitario, aunque algo bajito, procedió a prestar a la interfecta los primeros y segundos auxilios, consistentes en echarle por encima el contenido de una pecera que había encima de un pedestal, poco más o menos cuatro litros y medio de agua turbia y nueve peces de colores.

Pero, por lo visto, el desmayo aquel era de pronóstico grave del gordo, pues la desdichada Azucena se quedó tan fresca, o séase, tan desmayada que si le hubiese arrojado confetis y serpentinas. Aquello alarmó visiblemente al vendedor de medias de nailon a domicilio.

―He de hacer algo ―murmuró―. Si esta mujer fallece por mi culpa, de veinte años y tres horas de cárcel no me libra nadie.

Y, pasando del dicho al hecho, vertió a continuación sobre Azucena una botella de ronquina, otra de vermú, dos gaseosas y un frasco de aceite de hígado de bacalao.

Solo después de ser rociada con el contenido de un frasco de tinta china la desgraciada recobró el conocimiento para pronunciar esta frase que todas las mujeres y las dependientas de ultramarinos elaboran en circunstancias semejantes:

―¿Dónde estoy?

―Estáis a salvo, señora. Es todo lo que os puedo decir ―contestó el desconocido saludando con su bombín.

―Entonces, ¿es cierto que no me traéis a mis hijitas? ―preguntó Azucena incorporándose trabajosamente.

―Lo siento, señora. Yo…

―¡Qué dolor, Dios mío! ¡Qué horrible desengaño! En fin, veamos esas medias de nailon. Si me las rebaja a catorce francos me quedaré tres pares.

―Lo siento, señora. No puede ser. Vendiéndolas a quince francos el par solo gano quince céntimos. Dejémoslas a catorce cincuenta y no hablemos más.

De repente, en medio de esta frívola conversación, Azucena palideció. Acababa de darse cuenta de algo espeluznante: aquel hombre era un farsante. Probablemente se trataba de un asesino. ¿Habría llegado su última hora?

Pero dejemos a Azucena que se las arregle de momento y volvamos al lado de su esposo el vizconde Polilloff.

Capítulo XXXIV. En este capítulo a una hija de los Polilloff se le llama Floripondia. Se ha decidido cambiar su nombre por uno de los que habían aparecido en los capítulos XXII y XXIII, es decir, por el de Katina.

En este fragmento:

―Lleve a estas niñas al Hotel del Alegre Congrio y entréguelas a mi esposa, la vizcondesa de Polilloff.

Se ha mantenido el nombre que se le dio al hotel en su primera mención en el capítulo XXII:

―Lleve a estas niñas al Gran Hotel Metropolitano y entréguelas a mi esposa, la vizcondesa de Polilloff.

La sinopsis final decía originalmente:

¡… pero no! Esto se queda para El DDT que viene. Les podrían resultar fatales y mortuorias. De modo que hasta la semana que viene.

Se ha añadido un pequeño fragmento para que resulte más claro:

¡… pero no! Esto se queda para El DDT que viene. Más páginas ahora les podrían resultar fatales y mortuorias. De modo que hasta la semana que viene.

Capítulo XXXV. En el siguiente fragmento se rebajaba el rescate que pedía Nicéforo Pistón en capítulos anteriores por las niñas secuestradas:

Como ya hemos explicado otras veces por la módica suma de dos pesetas, el nefasto y agropecuario Nicéforo Pistón había raptado a las tiernas e inocentes hijitas del vizconde Polilloff para exigir un rescate de cuatrocientos millones de rublos con treinta y cinco céntimos.

Se ha modificado de la siguiente manera:

Como ya hemos explicado otras veces por la módica suma de dos pesetas, el nefasto y agropecuario Nicéforo Pistón había raptado a las tiernas e inocentes hijitas del vizconde Polilloff para exigir un rescate de ochocientos cincuenta millones de rublos con treinta y cinco céntimos.

Capítulo XXXVI. En la edición original, el personaje que hablaba de su traje de presidiario era Nicéforo. Se ha cambiado por Plencesbuto.

―¡Jo,… jo,… jo! ―empezó a reír Nicéforo―. ¡Es la oca! ¡Es la repanocha! ¿Pero es que no ven que vamos disfrazados? Precisamente ahora íbamos al baile de disfraces que da el embajador de Turulandia. ¡Jo,… jo,… jo! ¡Mira que tomarnos por presidiarios de veras!

Capítulo XXXVIII. Se ha suprimido el final de este capítulo para que no suene repetitivo antes del comienzo del XXXIX. Decía lo siguiente:

Cuando cuatro días después el vizconde terminó de leer la desbordante carta, una lágrima cual perla de rocío y lapislázuli brotó de los candorosos ojos de Azucena a la par que una inmensa melancolía se reflejaba en su rostro alabastrino y nacarado.

―Querido ―murmuró―, añoro nuestra patria. No puedo vivir más lejos de San Petersburgo ni de las latas de tío Constancio. Debemos volver inmediatamente.

―¡Ya lo sé! ¡No me digas más! ¡Ahora me doy cuenta de que echas de menos San Petersburgo y al tío Constancio. Volveremos inmediatamente ―dijo el vizconde.

―¡Amor mío! ¿Cómo has podido adivinarlo? ―exclamó Azucena abrazando a su esposo―. ¡Qué talento tienes!

Capítulo XXXIX. El siguiente párrafo era ligeramente confuso:

Un hombre vestido de presidiario, seguido por un policía aparecieron pedaleando sendas bicicletas por la nieve

Por lo que se ha cambiado de la siguiente manera:

Un hombre vestido de presidiario y un policía que le seguía aparecieron pedaleando sendas bicicletas por la nieve

Felices fiestas: A modo de extra, se ha incluido como epílogo la felicitación navideña publicada en el DDT Almanaque 1952 ya que aparece firmada por el mismo Afrodisio de Camembert.

Fechas. A lo largo del libro el autor utilizó años y fechas en la novela sin que fuesen coherentes cronológicamente. Este desorden seguramente se deba a la improvisación con la que se escribió, por lo que se ha decidido modificarlas todas de una manera lógica, excepto en los casos de referencias temporales que tenían una intención cómica indudable. Como fecha de referencia se ha tomado el año 1886 del capítulo VII, el año que aparece repetido más veces en toda la novela. Los cambios son los siguientes:

Capítulo Fecha original Datos Nueva fecha
I Diciembre de 1903 Empieza la novela. 1888
I
6 meses después. 1889
I
1 mes después. 1889
V 1812 7 años antes del nacimiento de Azucena. 1859
V 1817 Azucena tiene 17 años y 8 meses. 1883
V 2 años y medio después (Azucena debería tener ahora 20 años). 1886
VI 6 meses después. 1886
VII 1886 Constancio habla con Nicéforo. 1886
X En septiembre azucena cumple 19. En septiembre Azucena cumple 21.
XIII 1866 Un mes después, Nicéforo y Sacha se enfrentan. 1886
XIV 3 años después. 1889
XVII 3 años después. 1892
XXII 5 años después. 1897
XXXII 1904 La fecha del Escalafón de las Clases Pasivas del Cuerpo Pericial de Aduanas. 1854
XXXVII 1892 Constancio envía una carta a su sobrina y a su yerno. 1897